Dunwich siempre había
supuesto para mí un rumor, una ciudad fantasma de la que se dudaba si
quiera su propia existencia. Sus historias, las que había tomado por
inventadas y exageradas, me fascinaban, y como buen investigador me
propuse conocer el paraje de la ciudad misteriosa, sin saber que con
ello me adentraba voluntariamente en las mismísimas fauces del
infierno.
Caí en este desolado
lugar de la mano de un silencioso hombre que me recogió haciendo
autostop y me dejó en mitad de la nada al amparo de mi sola
supervivencia.
El aire era húmedo y
pegajoso, y no creí ver gran cosa más que un camino desdeñado en
medio de un bosque, así que lo seguí. Caminé lo que creo que
fueron unos cinco kilómetros a ojo, hasta llegar a un puente en el
que me flaquearon las fuerzas tan pronto como caí en su existencia.
Era oscuro, estrecho, y estaba rodeado de la maleza silvestre que
crecía a las afueras del bosque.
La sensación de desamparo
que emitía, parecía no augurar nada bueno al otro lado. Pero sin
más opción, me obligué a cruzarlo con la esperanza de encontrarme
algo más habitado a su paso.
Fui con paso firme hacia
su desembocadura, y una vez allí procuré avanzar con la mente en
blanco, sin pensar si quiera en que los crujidos que emitía la madera
pudieran llevarme a una muerte segura.
Dados unos pasos empecé a
vislumbrar una pequeña silueta que fue creciendo a medida que la
distancia me separaba de la entrada, perfilando un pequeño lugar
cubierto por la niebla. Al otro lado del puente se encontraba
Dunwich, ese lugar en el que las almas no se permiten llorar al miedo
por el propio terror de que algo peor acuda a su llamada, ese pueblo
en donde las casas ruinosas y destartaladas se cimientan sobre su
terreno abrupto, mientras la iglesia da la bienvenida al sol, con sus
columnas semi derruidas por el deterioro natural de la humedad y la
desolación.
Este es el lugar en el que
me encuentro, por favor, si encontráis este escrito, huid, no me
busquéis, puede que para vosotros aun haya salvación, no la
desaprovechéis buscando a un pobre lunático perdido en la ciudad
bañada por la desolación.
Con afecto.
Tomek Sikorski
Siguiente capítuloCon afecto.
Tomek Sikorski
Gran escrito para estrenar el blog!
ResponderEliminarInconfundible tu estilo de escritura, que parece sacado directamente de una historia de terror clásica.
Un nuevo sitio a descubrir ^^
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
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