jueves, 22 de octubre de 2015

1. El encuentro.

Dunwich siempre había supuesto para mí un rumor, una ciudad fantasma de la que se dudaba si quiera su propia existencia. Sus historias, las que había tomado por inventadas y exageradas, me fascinaban, y como buen investigador me propuse conocer el paraje de la ciudad misteriosa, sin saber que con ello me adentraba voluntariamente en las mismísimas fauces del infierno.

Caí en este desolado lugar de la mano de un silencioso hombre que me recogió haciendo autostop y me dejó en mitad de la nada al amparo de mi sola supervivencia.


El aire era húmedo y pegajoso, y no creí ver gran cosa más que un camino desdeñado en medio de un bosque, así que lo seguí. Caminé lo que creo que fueron unos cinco kilómetros a ojo, hasta llegar a un puente en el que me flaquearon las fuerzas tan pronto como caí en su existencia. Era oscuro, estrecho, y estaba rodeado de la maleza silvestre que crecía a las afueras del bosque.

La sensación de desamparo que emitía, parecía no augurar nada bueno al otro lado. Pero sin más opción, me obligué a cruzarlo con la esperanza de encontrarme algo más habitado a su paso.
Fui con paso firme hacia su desembocadura, y una vez allí procuré avanzar con la mente en blanco, sin pensar si quiera en que los crujidos que emitía la madera pudieran llevarme a una muerte segura.

Dados unos pasos empecé a vislumbrar una pequeña silueta que fue creciendo a medida que la distancia me separaba de la entrada, perfilando un pequeño lugar cubierto por la niebla. Al otro lado del puente se encontraba Dunwich, ese lugar en el que las almas no se permiten llorar al miedo por el propio terror de que algo peor acuda a su llamada, ese pueblo en donde las casas ruinosas y destartaladas se cimientan sobre su terreno abrupto, mientras la iglesia da la bienvenida al sol, con sus columnas semi derruidas por el deterioro natural de la humedad y la desolación.


Este es el lugar en el que me encuentro, por favor, si encontráis este escrito, huid, no me busquéis, puede que para vosotros aun haya salvación, no la desaprovechéis buscando a un pobre lunático perdido en la ciudad bañada por la desolación.
Con afecto.
Tomek Sikorski

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3 comentarios:

  1. Gran escrito para estrenar el blog!
    Inconfundible tu estilo de escritura, que parece sacado directamente de una historia de terror clásica.

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  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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